Llevo ya algunos años leyendo la columna de Ricardo Ros, Psicólogo, pues me resultan muy profesionales y fáciles de entender sus reflexiones sobre distintos tópicos de la realidad actual que nos toca enfrentar. En la entrega del 13 de septiembre concretamente me dio en el ángulo sobre ese tema tan urticante como son las críticas. Y mejor resumido, que lo que él ha expuesto, yo no lo voy a hacer, así que aquí les queda el enlace: http://www.ricardoros.com/blog/2011/09/criticame-por-favor/
Si me permiten, me gustaría agregar algo. El aceptar las críticas lleva toda una lectura interior, con una preparación de nuestro estado anímico y saber controlar nuestro carácter a tal punto, que no solo es la cara que mostramos a los demás y nuestro único y realmente sentido de aceptación de los demás. Es ver en proyección hacia el futuro cuanto de lo que pongamos en práctica nos permitirá crecer como personas, ya no solo frente a otros, sino lograr aceptarnos tal como somos y poder armonizar nuestra vida.
En ciertas ocasiones, uno logra hacerse de conocimientos, pues tiene interrogantes e intentando desasnarse, va compilando cierta información que no solo es nueva, pues también y en cierta medida resulta fascinante, y quedamos sorprendidos de que aunque parezca tan evidente, no nos fuera revelada con anterioridad. El asombro nos llega a indagar más y a reafirmar y ser convencidos de pleno de su absoluta realidad.
La emoción corre entonces por nuestras venas, y salimos disparados como bala de cañón, sin siquiera medir consecuencia alguna, a propagar las buenas nuevas que hemos descubierto, casi como fanáticos enloquecidos. Y aunque en el mejor de los casos, nos asista toda la información recopilada y las verdades más grandes del mundo, invadimos privacidades sin pedir permiso y desestabilizamos la zona de confort en que se encuentra al que le intentamos contar nuestros hallazgos y descubrimientos. Más cuando la emoción de nuestro descubrimiento no lleva a ser vehementes y dar por hecho que el que nos escucha tiene que aceptar y reconocer sin chistar.
En este punto es donde muchas veces entramos en crisis, pues no consideramos que los demás tienen sus creencias y sus puntos de vista, que son con los que hasta ahora han planteado su vida. Y llegar de tontas a locas con toda una información que desacredite las creencias que has sostenido toda tu vida, no solo predispone, también hace que reacciones y no siempre de la mejor forma. En suma, es cuestión de lucha interior, entre disfrutar los descubrimientos y todo lo que este maravilloso mundo va poniendo delante y manejando el arte de dosificarlo para no avasallar con intolerancia. Es un problema del que lo percibe y no de los que están ajenos a él.-
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