comenzaba a darte las mejores prestaciones, en ese momento se estropea. Y ahí comienza la odisea, y no precisamente la de “Ulises”; sino la personal, la propia en busca de
información primero para saber que le pasó, luego en busca del supuesto repuesto y por último un técnico para que lo repare, que además es renuente a hacer presupuesto por anticipado, y al final que te aconsejen comprarte uno nuevo que te va a salir mejor de precio que reparar ese.
Al fin y al cabo, maduras la calentura, se la dices despotricando a todo el pueblo, te vas calmando y no echas cuentas del tiempo que pierdes y que dejas de hacer otras cosas, simplemente porque a los fabricantes nadie los obliga a poner en los folletos del aparatito que fueron hechos para durar X tiempo, luego del cual se vuelven obsoletos.
Si existiera una ordenanza en tal sentido, también deberán programar su recogida y el fin de todos esos desechos. Y por supuesto, tendrían que correr con las inversiones correspondientes, lo que mermaría sus ganancias. De la forma que hoy se opera la recolección de esos aparatitos y su destino final corre a cargo de la comuna pagada por los impuestos de los contribuyentes.
Claro que si esto funciona de esta forma, es por nuestra ignorancia como consumidores sumada a la mala gestión de las autoridades pertinentes que deben velar por nuestros intereses. Y a esta altura del partido, donde casi no concebimos y ya no recordamos otro tipo de sociedad que no sea la del consumo inútil y despiadado, suena ilógico hacer planteos de tal índole.
La obsolescencia es planificada, percibida ó de especulación, si bien la
última no hace falta explicar que es la peor, las otras dos restantes no son mucho peores. Y si vivimos en un mundo globalizado e industrializado que no puede parar, y eso es lo que hay, perfecto ya que no queda más remedio que admitirlo, que nos eduquen en ese sentido y se tomen las medidas pertinentes para que se informe correctamente duración y forma de deshacerse de esos residuos, que al no estar la información ni clara ni visible siempre terminan en los lugar más inverosímiles y menos adecuados.
Hay una obsolescencia peor aún que es tomada por hechos fortuitos y depreda cosas un tanto más grande que aparatitos, y es la cantidad de casas y edificios que ya tienen unos años largos y que justo al lado ó cerca hay obras, ó nuevas edificaciones en construcción y estas viejas edificaciones por casualidad se terminan cayendo ó derrumbando, donde sus habitantes pierden todos sus enseres y bienes, y de vez en cuando alguna vida humana también, para luego realojarlos donde se pueda para construirles nuevas viviendas, que si bien van a tener algún tipo de indemnización y subvención, los van a obligar a pagar un costo bastante alto no solo en dinero, sino también en angustias, malos momentos y tiempo, mucho tiempo para recuperarse.
Y no habrá planificada una obsolescencia humana? Qué futuro han planificado para los comunes y normales mortales? Pues se acuerdan de la fiebre porcina, en que nos querían vacunar a todos, y en algunos países como EEUU y Francia, incluso penalizaban a los funcionarios de la salud y a otros grupos sociales que decían eran de riesgo. En la punta de la jeringuilla esta el chip! No hay nada de verdad acerca de la ridícula fiebre porcina, sólo se trata de un control intencionado sobre la población mundial mediante la implantación del chip. El plan incluye además, como también conocimos a través de información contrastada, dos tipos de vacunas: una con chip y TAMIFLU para la masa, y otra sin chip y sin TAMIFLU apta para un grupo especial.
Suena increíble, y la mayoría de nosotros no puede imaginar un funcionamiento tan criminal ni en sueños.
Todo empezó con la mentira del SIDA. Después vino la mentira de las “vacas locas”, más tarde la mentira del 11 de septiembre con la mentira del Antrax. Más tarde vino la mentira de la gripe aviar y ahora es la mentira de la fiebre porcina. La próxima será la fiebre del ratón?.
En realidad todo se dirige hacia el “objetivo final”: la esclavitud absoluta a través del chip, la posibilidad de manipular y asesinar según convenga.
LA NECEDAD DEL SER HUMANO NO TIENE FINES NI CONFINES.
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